Y luego ya no estas,
cuando se proyectan los eclipses de luna
en las sombras inertes de mi habitación,
cuando se forman arco iris nuevos
en los rincones que te pienso,
después de lluvias de llanto,
de lagrimas vacías
que se convierten en cristales.
De repente ya no estas,
y aparecen los duendes
recogiendo los cristales,
guardando mis lagrimas
en calderas de barro
donde guardan sus tesoros,
y los esconden al final del arco iris.
Y siento que no estas,
y ya no te pienso,
porque te fuiste con la lluvia
de mis lágrimas nocturnas.